Día de Muertos, una tradición que no se pierde ni en prisión

México – Es la mañana del miércoles 25 de octubre. Los patios del Reclusorio Preventivo Norte de la Ciudad de México lucen tranquilos. El movimiento se concentra en el auditorio de esta prisión que alberga a más de 6.000 hombres. El ambiente es lúgubre, todo a oscuras, con velas parpadeando a lo lejos. Al ingresar al salón se puede ver un decorado casi listo, y al fondo, sobre el escenario, impresiona la monumental ofrenda de Día de Muertos que los internos del penal vienen preparando desde hace casi dos meses. La presentación se realizará en dos días y están trabajando a todo trapo para terminarla…

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Para la mayoría de los mexicanos, el establecimiento de la ofrenda de Día de Muertos es una tradición muy arraigada. Es hora de recordar a tus seres queridos como lo hacían los pueblos prehispánicos. En cada rincón de las casas del campo se instalan altares para honrar la memoria de los difuntos con comidas, bebidas, dulces típicos, el tradicional pan de muerto, coloridas flores de caléndula y, sobre todo, fotografías de los desaparecidos.

Pero desde el aislamiento, esta tradición se vive de manera diferente y adquiere significados adicionales.

Este penal ubicado al norte de la capital del país, en la frontera con el Estado de México, alberga a 6.000 reclusos y, como parte de las actividades de reintegración, los reclusos son invitados a participar en un concurso intercarcelario de ofrendas monumentales. Este año eligieron las tradiciones del estado de Oaxaca para honrar a sus muertos con motivos propios de esta región.

José Alberto es un joven menor de 30 años, con manos y brazos tatuados, que lleva dos años recluido en esta prisión. Para él, montar la ofrenda representa una vía de escape.

«Personalmente la experiencia que me brinda es liberarme un poco de estar en este lugar, también es desestresante porque hay momentos que involucra problemas emocionales, como el simple hecho de estar solo, pero todo eso alivia el estrés», dijo. Te enseña mucho, es como una terapia, te libera, también aprendes culturalmente», comenta en diálogo con France 24.

En la oferta se pueden ver las tradiciones de Oaxaca, comenzando por las tehuanas, muñecas de cerámica -en este caso son calacas- vestidas con las faldas típicas que usan, por ejemplo, en el baile zandunga.

También hay representaciones de la Virgen de Juquila, venerada por los oaxaqueños.

“Natan”, como todos los internos llaman a José Alberto, se encarga de la escenografía de la ofrenda y también colabora en la pintura de los alebrijes.

“En Oaxaca tienen la tradición de regalarte un alebrije y hay diferentes formas como la de un pez o como ésta, que es un dragón o un monstruo, lo que quieras verlo. Dependiendo del tipo de alebrije que te ofrezcan, es suficiente para ahuyentar a los malos espíritus de tu casa”, explica.

“Todo esto es terapia, y además nos ayuda a crecer como personas, también aprendemos de las diferentes culturas, de dónde vienen”, enfatiza.

Si “Natan” y Brandon Martínez no son compañeros inseparables, al menos lo parecen. El segundo es el encargado de componer la decoración del panteón de Oaxaca que aparece junto a la sala.

Al igual que con “Natan”, para Brandon hacer la ofrenda es una actividad gratificante. Brandon ve esto como una oportunidad para interactuar productivamente con sus compañeros de prisión: “Lejos de formar un equipo de trabajo, hemos formado una familia, un vínculo donde sabemos que podemos contar con nosotros mismos y que tal vez el simple hecho de amarrar una flor corbata (de caléndulas, con papel crepé) o que todos digamos “Hagamos una flor” parece insignificante, pero el hecho de saber escuchar, de saber entendernos, es la parte que hemos ganado.

Brandon explica que el hecho de que estén privados de su libertad no significa que estén privados de su espíritu, de su ser, de quiénes son, y la ofrenda les permite “recuperar toda esta estructura de nuestro México, bueno, porque al fin y al cabo se trata de mostrar nuestro México.

Cualquiera que sea la prisión que gane la competencia, la experiencia mantiene alta la moral de los reclusos y esto, explican las autoridades, ha ayudado a mejorar el ambiente dentro de la prisión e incluso reducir el número de peleas.

Una vez finalizadas las festividades de Día de Muertos comenzarán a preparar la tradicional Pastorela navideña.

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